El mundo evangélico está por el diálogo, por el respeto, por la paz. Presidente Camara Diputados

"El siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos,

que con mansedumbre corrija a los que se oponen"   Apóstol Pablo

  

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Desde el año 1990 a la fecha,  el Congreso Nacional ha aprobado leyes que han disgustado al pueblo evangélico, entre ellas está la ley Nº 19.617 promulgada el 12 de junio del 1999, que despenalizó la sodomía, la ley Nº 20.609, promulgada el 12 de Julio del 2012, que establece medida para proteger la sodomía, entre otras categorías. Ahora está en proceso legislativo, un proyecto de ley que legalizará las uniones homosexuales,  y pronto se iniciará el proceso legislativo para despenalizar el aborto y la eutanasia.  Probablemente también, en los próximos meses, el gobierno ponga urgencia a algunos de los proyectos de ley existentes, para legalizar el matrimonio homosexual. Todas estas leyes y proyectos de leyes antagonizan con la concepción de la vida, el matrimonio y la muerte, que sustentan los evangélicos chilenos. En este contexto, la pregunta que surge es, ¿cuál debe ser la actitud y la conducta evangélica, y más específicamente, cómo debe reaccionar el pastor evangélico ante la institucionalización de los sodomía en nuestro país?

Hay dos de respuestas;  empecemos por la menos socializada, se han alzado algunas voces, para opinar que las iglesias evangélicas deberían guardar absoluto silencio e incluso alegrarse, ya que el Estado está haciendo con los homosexuales, los mismo que antes hizo con los evangélicos, es decir, atender a la desmedrada situación de las minorías del país. Los evangélicos eran una minoría religiosa, rechazada, perseguida, despreciada y discriminada, hasta que el Estado se hizo cargo de la situación, separando a la Iglesia Católica del Estado y consagrando constitucionalmente la libertad de cultos en el año 1925,  posteriormente el gobierno chileno sacó a los evangélicos del anonimato y los presentó a través de Televisión Nacional a todo el país a partir del año 1975, más adelante se promulga la ley Nº 19.638 que otorga a las iglesias evangélicas el estatuto de Entidades de Derecho Público en el año 1998, y finalmente promulga la Ley Nº 20.299  que establece el 31 de Octubre como feriado nacional, para celebrar el Día Nacional de la Iglesia Evangélica, en el año 2008. Bueno, dicen estas voces, ahora les toca a los homosexuales, mañana les tocará a los pueblos originarios.

La otra respuesta, ciertamente mayoritaria, es que la Iglesia Evangélica por su naturaleza, establecida por  Jesucristo su fundador, como la sal de la tierra y la luz del mundo, esta obligada a denunciar el pecado de las naciones, y la homosexualidad es el pecado por antonomasia, el otro pecado nacional chileno es el antisemitismo. Muy importante es destacar,  que la ley Nº 19.638 reconoce la naturaleza de la iglesia, y más aún, la consagra como facultad legal,  en efecto, el Artículo Séptimo de esta ley dice: “En virtud de la libertad religiosa y de culto, se reconoce a las entidades religiosas plena autonomía para el desarrollo de sus fines propios y, entre otras, las siguientes facultades: Enunciar, comunicar y difundir, de palabra, por escrito o por cualquier medio, su propio credo y manifestar su doctrina.” El credo y doctrina de la iglesia evangélica afirma que el matrimonio es entre un hombre y una mujer, que el aborto es un crimen, y que la eutanasia es homicidio. Este credo y doctrina, la iglesia debe practicarlo y difundirlo. Si no lo hace, desnaturaliza su existencia y quebranta la ley Nº 19.638 que la regula.

Ahora, ¿cómo puede la iglesia cumplir la misión de denunciar el pecado de las naciones? ¿Cómo puede la iglesia cumplir la misión de enunciar, comunicar y difundir su credo y manifestar su doctrina?  En primer lugar del púlpito en el templo, en segundo lugar en las calles, esquinas y plazas de la ciudad, en tercer lugar por las redes sociales desde los celulares, en cuarto lugar por los medios virtuales desde el computador, en quinto lugar por medio de la prensa, la radio y la televisión, y en sexto lugar,  haciendo lobby con los ministros del gobierno y los parlamentarios en el Congreso. Ahora tenemos en nuestro país, una nueva y potencialmente beneficiosa herramienta para cumplir la misión de la iglesia. El lobby es una actividad que puede llegar a ser altamente productiva, super valiosa para promover la institucionalización de los valores cristianos en el país. El lobby es una inmensa y magnífica oportunidad para que los pastores evangélicos promuevan, defiendan y representen su credo y doctrina para influir en las decisiones que, en el ejercicio de sus funciones, deban adoptar las autoridades y funcionarios la nación.