Construyendo la ética política de los nuevos
servidores públicos evangélicos
Si hacemos política a la manera del mundo, no haremos grandes diferencias con los candidatos que no conocen a Dios.
Por Ricardo Rodríguez, abogado, conferencista y director de JUCUM para el Conosur
La lógica humanista atea, entiende la política como un simple juego de poderes. Es decir, cómo se obtiene el poder, cómo se conserva y cómo evitar que otros me lo quiten. Es una lógica maquiavélica, donde no importan los medios para lograr el fin. En cambio, en la cosmovisión bíblica, política es servicio, y esa debe ser la lógica de los candidatos evangélicos. "Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero ser el primero entre vosotros será vuestro siervo." (Mateo 20: 25) Si hacemos política a la manera del mundo, no haremos grandes diferencias con los candidatos que no conocen a Dios. No es suficiente que tengamos candidatos evangélicos, sino que estos hagan política de acuerdo a los principios de Dios. Debe enseñarse la ética del servicio, aunque esto signifique por ejemplo, bajar nuestra candidatura, si no conviene a los propósitos de Dios en una coyuntura política específica.
Es necesario que el candidato evangélico, tenga una sólida vida de oración, porque se enfrentará a la potestad espiritual más fuerte, que es el príncipe de este mundo (Juan 16:11). Entrar en el área política, no es ir de turismo; requiere una profunda preparación espiritual. En Mateo capítulo 4, vemos como Jesús fue tentado las tres veces con el poder, y Jesús la resistió después de haber orado y ayunado cuarenta días. En Juan 6:15, también nos dice que Jesús se retiró, y se fue a orar solo, cuando intentaron hacerlo rey. La última tentación de Jesucristo, no fue María Magdalena, sino el poder.
Los candidatos evangélicos, no gobernarán para los evangélicos sino para el bien de la ciudad. "Y procurad la paz de la ciudad.... Porque en su paz, tendréis vosotros paz." (Jeremías 29:7). Esto requiere formación no sólo para el candidato, sino también para las iglesias que lo apoyen. No puede suceder, que las iglesias requieran del candidato, una vez elegido, de algún tipo de retribución de cualquier índole. Porque no gobernamos para un grupo específico, sino para toda la ciudad o nación a la cual representamos.
Las campañas políticas, no tendrán el signo negativo de las otras campañas. Enfrentamientos, descalificaciones a los otros candidatos, destrucción de su propaganda y otras prácticas habituales en política, no serán parte del arsenal de los candidatos cristianos. "Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas" (2ª Corintios 10:4)
Una vez elegidos, los candidatos evangélicos, seguirán sometidos a los pastores de la ciudad, no para que ellos dicten sus decisiones políticas, pero sí para apoyarlos en oración, para aconsejarles y para ministrarles en las áreas de necesidad. Los políticos padecen de soledad, y también están sometidos a tremendas presiones, que muchas veces les hacen tomar decisiones poco sabias. Tener asesores espirituales, que les aconsejen viendo la situación desde afuera, es muy necesario.