Llenad la tierra, y sojuzgadla
Hidroaysen, Coya y Pangal, Higuera Hydro, Chacayes y la Confluencia, son necesarios

 

Los que se oponen al proyecto Hidroaysén, lo hacen porque inundará 5900 Hectáreas de reservas naturales, porque la instalación de torres de alta tensión para transmitir la energía a lo largo de 3.000 kilómetros dañará 6 parques nacionales, 11 reservas nacionales, 26 sitios prioritarios de conservación, 16 humedales y 32 áreas protegidas privadas, y porque se afectarán 6 comunidades mapuches. Acusan que los daños ambientales serán irreversibles. Ellos explican que: “La Patagonia Chilena hoy en el mundo representa una de las zonas más importantes de nuestro planeta, ya que posee características únicas en relación a sus ecosistemas, lo que la hace objeto de un gran interés de conservación, científico y turístico. Los glaciares, montañas, ríos, lagos, fiordos, islas, bosques, estepas y humedales que la conforman constituyen una de las reservas de agua dulce más importantes del planeta y un patrimonio natural no sólo de Chile, sino de la humanidad entera. Es un sitio de gran biodiversidad, que alberga una gran diversidad de ecosistemas y numerosas especies de plantas y animales, incluyendo aves, mamíferos, reptiles y anfibios, algunos aún desconocidos. Es el último refugio del huemul, ciervo endémico de Chile, y emblema del escudo nacional que se encuentra en peligro de extinción. Además, la Patagonia chilena contiene a numerosas Áreas Silvestres Protegidas, algunas inscritas como Reservas de la Biósfera y gran parte de su territorio se postula hoy para ser declarado como sitio mundial de Patrimonio de la Humanidad frente a la UNESCO”

 

El discurso sobre la belleza y sobre los daños que sufrirá la Patagonia, es pretencioso y petulante, porque no alude, ni toma en cuenta la opinión del dueño del planeta. “De Jehová es la Tierra y su plenitud, porque él la fundó sobre los mares, y la afirmo sobre los ríos.” (Salmos 24:1,2), y es equivocado, porque contradice abiertamente la orden divina dada al hombre para la administración del planeta, que es: “llenad la tierra, y sojuzgadla.” (Génesis 1:28). Dios sabe que el cumplimiento de la orden de “llenar la tierra” originará ilimitadas necesidades sociales, pero también sabe que el planeta Tierra dispone de los recursos necesarios para satisfacerlas. Dios ordenó al hombre, sojuzgad la Tierra, esto significa, que debe intervenirla para obtener de ella el mayor provecho, la mayor ganancia posible, de manera de resolver las crecientes necesidades humanas que surgen al llenar la Tierra. El planeta Tierra cuenta con los mares y los ríos, y estos recursos hídricos, inagotables, deben utilizarse al máximo, porque no se hicieron para mirarlos, no son dioses como creyeron los antiguos, son los recursos provistos para sostener la vida humana en el planeta. El hombre y la mujer deben mirar y recrearse al mirar el firmamento, porque el anuncia la obra de su manos (Salmos 19:1). Si la Patagonia tiene extensiones vírgenes, es porque el hombre ha sido negligente en cumplir la voluntad divina de sojuzgadla, si la humanidad sufre hambre, es porque el hombre ha sido negligente en cultivar la Tierra. Si el chileno quedara a oscuras, será por su exclusiva negligencia, por que Dios dotó al planeta Tierra de los ríos necesarios, para producir la energía que necesita ahora, y toda la que requiera en el futuro.

 

Dios no quiere que las tinieblas vuelvan a estar sobre la faz del abismo, hace mucho que las separó, y el hombre es el encargado de espantarlas para que jamás vuelvan, porque las tinieblas son el escenario propicio para el delito, la maldad y la destrucción. Dios quiere que la luz que hizo al principio, permanezca para siempre, porque El vio que la luz era buena, para que el hombre no tropezara y los seres vivientes encontraran fácilmente el camino hacia el alimento para sus crías. El hombre se ha acostumbrado a vivir en la luz y Dios quiere que permanezca siempre en luz, porque en El no hay tinieblas y tampoco las quiere en su mundo. Al saber el hombre que Dios es luz y que la luz es fundamental en sus planes terrestres, el hombre debe comprometerse con el Creador a diseñar y ejecutar todos los proyectos que sean necesarios para mantener iluminado el planeta. Para ello Dios le ha provisto recursos inagotables como el agua, el viento, el sol, las alturas, el hombre debe tomar el que necesite de ellos y transformarlo para iluminarse, abrigarse, transportarse y fecundar la Tierra. No privilegió, no priorizó, no categorizó, no jerarquizó entre los recursos, tampoco estableció áreas sagradas, intocables, para miradores. Cuando Dios tuvo que poner fin a la locura humana en los tiempos de Noe, inundó todos los millones de hectáreas que hay en el mundo, no se salvó ningún santuario. Si el hombre se compromete con Dios a trabajar para mantener iluminado el planeta, Dios bendecirá la obra de sus manos y prosperará sus proyectos, porque los que se oponen a ellos, no conocen al Dios de la luz.