Viernes 2 de febrero del año 2024 a las 17,15 horas
“Fuego de Dios cayó del cielo…” Job 1:16
La hermana Gladys Muñoz además de cantar trajo una palabra para los pastores damnificados
Los expertos en meteorología pronosticaron una máxima de 27°C acompañada de vientos fuertes que soplarían del sur y que sobrepasarían los 50 kilómetros por hora y fue así , pero lo que nadie adelantó, fue que siete, entre agentes del Estado y un miembro de un servicio de utilidad pública como bomberos, por razones económicas tenían planeado encender los pastizales que rodean el Lago Peñuelas para provocar un incendio forestal.
Y lo que deparaba la naturaleza más el emprendimiento de los siete funcionarios públicos y privados, con el pasar de las horas, se transformó según los periodistas en un Megaincendio y según el Presidente en la “mayor tragedia ocurrida después del terremoto del año 2010” y fue así : Se quemaron más de nueve mil hectáreas, más de 15.000 casas sin contar centenares de vehículos y ardieron más de 130 personas, entre ancianos, mujeres y niños.
Y aunque, el Centro Nacional de Investigación para la Gestión Integrada de Desastres Naturales CIGIDEN, que el es la organización de mayor competencia científico técnica dependiente de las universidades, calificó el megaincendio, y la mayor tragedia, como el incendio urbano-forestal más grande en la historia de Chile, no hemos visto, ni experimentado una reacción acorde al tamaño de la desgracia, sobre todo de parte del gobierno regional y nacional.
A un año de la “mayor tragedia” el gobierno ha demostrado dos características significativas; Insensibilidad y la segunda, aquella que se conoce como torpeza política. A doce meses las autoridades han categorizado a las víctimas en hábiles e inhábiles, las han puesto en el Tramo 1 y el tramo 2. El gobierno no se dio cuenta que esta tragedia fue su gran oportunidad para trascender en la historia, nosotros los damnificados podríamos haber sido los “mineros” para Boric. Piñera sobrepasó el 60% de aprobación después de rescatar a los mineros.
Entre los damnificados, víctimas del ataque incendiario, hay veinte pastores evangélicos, que perdieron sus casas e iglesias, en ellos se cumplió la prueba de Job capítulo 1 y versículo 16: “Fuego de Dios cayó del cielo…”. Y, en esta fecha, en lo personal agradezco a los que hicieron misericordia: La Fundación Cemipre, la Iglesia Unión Cristiana de Viña del Mar, el Colegio Emanuel, la hermana Gladys Muñoz, y mis familiares y hermanos evangélicos.