Si esta nueva Constitución se aprueba el 17/12  “Chile Será para Cristo”.

 

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La iglesia evangélica nació el año 1912, cuando en Chile regía la Constitución de 1833 que en materia religiosa establecía en el Artículo 5 que: La religión de la República de Chile es la Católica Apostólica Romana; con exclusión del ejercicio público de cualquiera otra. Esa era una época en que la gente respetaba la Constitución, y no solo la jerarquía católica, sino también la policía fiscal y sobre todo el ejército de Chile eran celosos custodios de la norma. La gente no solo amaba, veneraba a la Iglesia Católica y todos trataban brutalmente a los herejes evangélicos. Así esta primera iglesia evangélica, solo tenía permitido hacer cultos en la intimidad del hogar y solo al interior de los templos, misma situación sufrían las iglesias protestantes.El Estado de Chile y la iglesia católica eran un solo gran Poder Ejecutivo. El mayor sufrimiento de los evangélicos por sus primeros 26 años de existencia era que no podía salir a predicar a la calle, les estaba estrictamente prohibido y la gente los maltrataba con crueldad. No obstante, los evangélicos se multiplicaban por cientos y millas, entre los más pobres de los chilenos.

Por aquellos días el obispo Willis Hoover pasaba metido en los cuarteles policiales de Valparaíso respondiendo por los hermanos que desafiaban a la Constitución, a la Policía, a los militares ya la gente, al salir a predicar a la calle, movidos por el fuego pentecostal del avivamiento, pero debía guardar severo silencio en lo político, no podía criticar nada ni a nadie, Hoover no era chileno, era ciudadano norteamericano, pero el pastor Manuel Umaña en Santiago no tenía ese impedimento, y desde el principio de su ministerio unió su voz. . . . a los que denunciaban la miseria de la cuestión social y sobre todo a los liberales que reclamaban contra una Constitución que solo favorecía a la oligarquía en detrimento de las grandes mayorías, y que otorgaba cero espacios de libertad al pueblo.Por eso también, un poco andar adhirió rápidamente a la idea de una nueva Constitución para Chile, que separara a la Iglesia del Estado. Así Umaña junto con enseñar el evangelio, comenzó a promover la nueva Constitución entre el pueblo evangélico, fue en el año 1912, cuando el Espíritu Santo le insinuó la voluntad de Dios para Chile, Chile Será Para Cristo.

En el plebiscito constitucional del día domingo 30 de agosto de 1925 participó la mitad de los ciudadanos del país, y la opción Acepto obtuvo el triunfo con el 94,84 %, la Constitución de 1925 comenzó a regir el 18 de Octubre de 1925 y en el artículo 10 inciso 2 establecía: “La manifestación de todas las creencias, la libertad de conciencia y el ejercicio libre de todos los cultos que no se opongan a la moral, a las buenas costumbres o al orden público, pudiendo, por tanto, las respectivas confesiones religiosas erigir y conservar templos y sus dependencias con las condiciones de seguridad e higiene fijadas por las leyes y ordenanzas. Las iglesias, las confesiones e instituciones religiosas de cualquier culto, tendrán los derechos que otorgan y reconocen, con respecto a los bienes, las leyes en vigor;pero quedarán algunas veces, dentro de las garantías de esta Constitución, al derecho común para el ejercicio del dominio de sus bienes futuros. Los templos y sus dependencias, destinados al servicio de un culto, estarán exentos de contribuciones.”

Y lo que en el año 1912 fue un rema del Espíritu Santo, en el año 1954 se transformó en la poderosa profecía conocida por todos. Recordemos, a pesar de que ya han pasado tres décadas del avivamiento pentecostal y la Iglesia evangélica ya tiene treinta años de existencia, todavía en Chile reina una atmósfera densa y penetrante, con una sociedad chilena muy católica nada más intolerante y que trataba de hereje al evangélico. Hereje era una palabra insoportable para Umaña, la escuchaba como un insulto mayor, le dolía como una bofetada y la sufría como un escupo en la cara.Cada vez que se la gritaban en la calle, corría a llorar al templo, y en una de esas ocasiones, entró al templo y se arrastró por el suelo hasta el altar, cuando un ángel se le apareció, secó las lágrimas de sus ojos, y le reveló los planos de Dios para su Chile su país, ¡Chile Será Para Cristo! Bendito sea el que vive para siempre , el Dios de los cielos, le dijo que su país había sido escogido para ser un país cristiano. El obispo Umaña proclamó la profecía a su iglesia local y hoy la conoce todo el pueblo evangélico chileno, y la han escuchado la mayor parte de las autoridades que ha tenido el país en estos últimos 70 años.