El marxismo es la fuerza satánica
de las tinieblas en su máxima expresión
Para reconocer y tener en mucha estima a los próceres
que presidían la Iglesia Evangélica el año 1973
A 40 años del 11 de Septiembre de 1973
Declaración de la Iglesia Evangélica Chilena
Sobre el 11 de Septiembre de 1973, hecha 15 meses después
1. Chile cayó en forma audaz en las garras del marxismo internacional, cuyos líderes nacionales supieron con falsas promesas engañar a muchos chilenos, a pesar de no representar a la mayoría, que deseaba cambios justos para una mayor felicidad. Sin embargo, una vez en el poder, produjeron el caos y el quiebre de la institucionalidad, conduciendo a la Patria a una muerte gradual envenenada por el odio y la destrucción de nuestros valores espirituales más preciados.
2. El pronunciamiento de las Fuerzas Armadas, en el proceso histórico de nuestro país, fue la respuesta a la oración de todos los creyentes que ven en el marxismo la fuerza satánica de las tinieblas en su máxima expresión.
3. Todo gobierno es legítimo en la medida que responde a la voluntad de la mayoría y satisface las necesidades de la Patria; el nuestro lo es porque satisfizo la necesidad de ser liberada de un sistema marxista, esclavizante y foráneo. Este sistema que, si bien es cierto, nació con base constitucional, se tornó ilegítimo al pisotear las instituciones que lo sustentaban, aun en contra de la voluntad de los chilenos en su mayoría.
4. Los Derechos Humanos están garantizados en Chile por la “Declaración de Principios de la Junta de Gobierno” y ha quedado demostrado a través de más de un año por el libre ejercicio del Poder Judicial, la Contraloría y las instituciones públicas y privadas.
5. Las Sagradas Escrituras, única regla de fe y práctica, nos dicen: “Sométase toda persona a las autoridades superiores, porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas”. (Rom. 13:1). Nosotros los evangélicos siempre nos hemos sometido a todas las autoridades que han regido nuestra Patria, y reconocemos entonces como autoridad máxima en este país al Gobierno de la Junta Militar, el cual, al librarnos del marxismo, vino a dar respuesta a nuestras oraciones.
Edificio Diego Portales, 13 de Diciembre de 1974
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Se estima que de los 25.000 pastores evangélicos que hay en el país, el 60% de ellos era menor de edad el 11 de Septiembre de 1973, y como un porcentaje imprecisable de ellos no era evangélico, no experimentaron espiritualmente “los mil días negros de la UP”. Para ellos, vallan estos comentarios hechos por este pastor, que tenía veinte años de edad y cursaba el tercer año de teología en el Seminario Bíblico de Santiago. Antes que empiece, quiero aclarar que me mueve una profunda admiración por los próceres que presidían la iglesia evangélica chilena ese año 1973, y que el objetivo principal de este artículo, es reconocerlos y tenerlos en alta estima por causa de la obra que hicieron (1ª de Tesalonicenses 5: 12 y 13).
Las garras del marxismo internacional
Los pastores hablan de las garras del marxismo internacional, dicen que el marxismo internacional es la fuerza satánica de las tinieblas en su máxima expresión. Con estas expresiones, los pastores enseñan la naturaleza atea, antirreligiosa, anticristiana, antieclesiástica y antipastoral del comunismo. En los países que se apoderó, el comunismo combatió la religión, destruyó los templos y asesinó a millones, entre sacerdotes, pastores y cristianos, además de los millones de seres humanos que mató, porque se resistieron a la expropiación de sus casas, de sus parcelas, de sus herramientas agrícolas. El comunismo es satánico, porque esclaviza al hombre, le roba todas las libertades, y lo transforma en un lacayo del Estado, que todo lo controla, lo regula, la planifica, lo vigila y lo mata si no actúa como lo manda. El Estado dicta lo que tiene que creer, lo que tiene estudiar, donde tiene que vivir y lo que tiene que comer. Bendita la Iglesia Ortodoxa Rusa, que a pesar de su abatimiento, logró exorcizar al demonio marxista de su país en el pasado y que hoy promueve exitosamente la moral cristiana en la sociedad rusa. Cuando los pastores declaran al marxismo como satánico, están señalando que un evangélico no puede ser marxista, no puede pertenecer al Partido Comunista y no puede votar por un candidato comunista. Y si hoy, hay evangélicos en Chile, que sienten que son discípulos de los próceres que estamos honrando, no pueden apoyar, no pueden votar por los candidatos comunistas. El comunismo fue un imperio diabólico, que en el proceso de apoderarse de los países de la tierra, ocasionó persecución, dolor, hambre, miseria, tortura, cárcel y muerte a cientos de millones de seres humanos. Para ilustrar estas expresiones de los próceres, transcribo para ustedes un artículo que retrata la naturaleza satánica del comunismo:
“El macabro objetivo propuesto por la doctrina marxista se pone en vigencia en la práctica como una verdadera lucha diabólica en contra de la iglesia, de sus sacerdotes cristianos, templos y valores sagrados: Lenin y Trostsky solo en dos años asesinaron a 28 arzobispos, 1300 sacerdotes, 15000 profesionales, 55000 oficiales del ejército y de la armada, en el que incluye al emperador Nicola II y a toda su familia: 13000 soldados y policías y más de un millón de campesinos y obreros. Diariamente funcionaron más de 1000 cámaras de torturas. (Maximovch, op Cit: pag 194) El año 1922 dejaron morir de hambre y de frío a más de 20 millones de rusos; en 1933 murieron 10 millones de ucranios por el solo hecho que estos se resistieron a los atropellos y violaciones soviéticas; en 1928 Stalin extermino a 6 millones de kulaks (campesinos ricos), debido a que estos no aceptaron someterse al plan de colectivización de las tierras y la proletizacion del campesinado (Bachiller del Monte, op Cit. Duque de la victoria op, pag 226)
En Hungría considerada como la doble mártir del comunismo: En 4 meses se cometieron más asesinatos que en dos años en la revolución francesa. Solo Bela Kuhn dio muerte a más de 50 mil hombres, mujeres y niños según sus propias informaciones proporcionadas al diario Pravda. El año 1956 se repite otro hecho sangriento, se dio muerte a 120 patriotas. En 1940 se sepultaron en una colosal fosa, a 12 mil oficiales polacos masacrados en Katin. Su delito fue de pertenecer al cristianismo y a la de sentirse patriotas.
El historiador británico Robert Conquest, después de realizar un importante estudio sobre el costo social que le significo a Rusia llegar a ser dominada definitivamente por el comunismo durante los años comprendidos entre 1917 y 1944, llego a la conclusión increíble e impresionante para el mundo civilizado: “que durante el terror desatado por Stalin, el número de muertos llego a 21.500.000 personas, entre ejecutados, muertos en prisiones, campos de trabajo forzado y hambrunas” O sea , el 10% de la población rusa, fue exterminada con el fin de lograr la dictadura definitiva del proletariado.
El propio Stalin con gran frialdad, le confeso a Winston Churchill que: “la reforma agraria costo a Rusia cerca de 10 millones de campesinos reaccionarios, durante 4 años” El experto ruso en estadística, Ivan Kurganon, público hace aproximadamente doce años, que el proceso al socialismo le costó a la Unión Soviética ciento diez millones de vidas! Cifra a la que no dejo de aproximarse Dostoievski, cuando dijo 44 años antes, que el costo del socialismo en Rusia sería de 100 millones de víctimas.
Estos macabros hechos, de tanta crueldad, fueron profetizados en el año 1800, o sea, unos 100 años antes de la Revolución Rusa, por el Santo de este mismo país, Serafín de Sarov, quien fue canonizado en 1903 por la Iglesia Ortodoxa. Este Santo, de características muy semejantes a las de san Francisco de Asís, predijo lo que le sucedería a la Iglesia, a sus obispos, sacerdotes y cristianos, según sus visiones: “que no dejaban de entristecerlo, que vendrían tiempos terribles, en que se cerrarían las puertas de los monasterios, y las cruces de la Iglesias de Rusia serían derribadas”. “Habrá tanta miseria y tanto dolor como jamás ha habido, los ángeles no alcanzaran a recoger sobre la tierra las almas de los muertos.
El escritor e historiador ruso, Premio Nobel de Literatura en 1970, Alexander Solzhenitsyn, testigo y víctima de los hechos, los ha resumido como sigue:
“Las décadas de los años veinte en Rusia fueron una larga procesión de mártires: casi todo el clero ortodoxo. El de Petrogrado, Benjamín, había sido elegido por el pueblo. El propio patriarca Tikon, después de haber caído en manos de tcheca, murió en circunstancias misteriosas. Docenas de arzobispos y obispos fueron asesinados; Decenas de miles de sacerdotes, a quienes los tchequistas quisieron hacer abjurar fueron torturados, fusilados en los sótanos, enviados a los campos de concentración, exiliados en tundras desérticas del gran norte, donde ancianos hambrientos fueron abandonados a la intemperie. Todos esos mártires cristianos afrontaron valerosamente la muerte por la fe. Los que vacilaron o renegaron constituyeron casos excepcionales. Decenas de millones de fieles se vieron privados del derecho de asistir a las iglesias; del derecho a inculcar a sus hijos principios religiosos; a menudo se arrojaba a la prisión a los padres para poder arrancar la fe a los niños, mediante mentiras y amenazas” (Discurso en la entrega del premio Templeton)
También son testimonios fidedignos los antecedentes proporcionados por la Editorial Possev, de Frankfurt, quien dispone de importante archivo fotográfico en que revela la impresionante lucha del comunismo contra la iglesia y la religión, y donde se demuestra con que soberbia y barbarie cumplieron sus salvajes objetivos. Solo en Moscú fueron destruidas 220 Iglesias y otras 100 se dejaron abandonadas para que el tiempo se encargue de destruirlas; 160 iglesias fueron utilizadas para barracas o establos para animales, hechos que se repiten en otras ciudades. En otras aldeas, las Iglesias se destinaron para depósitos de mercaderías pertenecientes a las haciendas estatales (koljos) La irracionalidad con que el comunismo destruyó a los templos de Rusia llego más allá de lo religioso pues, fue suficiente el hecho de que una construcción represente una iglesia para que sea destruida o hacer cambiar su destino y así destruir incluso, lo que un pueblo debe respetar como valor cultural.
Como ejemplo de lo dicho en el párrafo anterior fue la destrucción de la bellísima Basílica de Cristo Salvador, dinamitada el año 1931, Basílica que fue levantada “para gloria del pueblo ruso” para conmemorar la victoria sobre Napoleón. Esta iglesia poseía una capacidad de 12 mil personas, cuya cúpula estaba adornada con puro oro y con las joyas más finas del antiguo Moscú.
Con todo, la fe y espíritu religioso de la mayoría del pueblo Ruso aún no se le ha podido arrancar de sus almas, ellos aunque en forma clandestina, en su soledad y en su silencio, siguen confiando en la misericordia de Dios, y su esperanza de lograr la felicidad eterna, aunque sea a costa del martirio. Esta terrible tragedia humana provocada por el comunismo internacional, es denunciada permanentemente por los Pontífices de la Iglesia Católica, debido a su perversa doctrina y cruel metodología aplicada con plena deliberación, intención y finalidad no solo en la Rusia, sino en todos aquellos pueblos o gobiernos de Estado que han caído bajo el dominio del marxismo leninismo.
Este brutal genocidio ha sido el mejor homenaje que los dirigentes y orientadores del marxismo leninismo pudieron haber ofrecido a Proudhon, cuando este dijo su original oración: “Ven a mi Satanás, el calumniado de los sacerdotes, para abrazarte y estrecharte contra mi pecho”.
(La Perestroika cristiana, Editorial Compacto, 1992)
La respuesta de Dios a la oración de todos los creyentes
En la declaración, los pastores dan testimonio, que el pronunciamiento de las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile, el día martes 11 de septiembre de 1973, fue una intervención divina, gracias a la cual el país fue salvado de sufrir el martirio ruso, chino, polaco, y de padecer el desgraciado futuro de Cuba y Corea del Norte. Dicen, que reconocen como autoridad máxima del país a la Junta Militar, porque al librarnos del marxismo, fue la respuesta a sus oraciones. Los próceres que estamos honrando y sus congregaciones estaban afligidos por la tragedia que sufría el país, lamentaban por los pobres, engañados de la Unidad Popular, y lloraban al ver como el país era conducido al colapso. El Presidente Allende dijo a la población: Queda harina para tres días. Pero estos siervos del Dios viviente y la hermandad que les seguía, era gente de oración, que doblaba la rodilla, que clamaba ¡Hosanna! (libéranos ahora), al que vive para siempre, y Jehová del Dios de Israel, al igual como en Egipto, escuchó la oración de su pueblo evangélico chileno (Éxodo 3: 7 y 8).
Los líderes nacionales del marxismo internacional
En la declaración, los pastores dejan establecido que la Unidad Popular y el Presidente Salvador Allende, llegaron al gobierno haciendo falsas promesas, con las cuales engañaron a muchos chilenos. Con estas expresiones de los próceres evangélicos, podemos entender los profundos sentimientos que tenían sobre el gobierno de Salvador Allende y la Unidad Popular; Caos, quiebre, muerte, odio y destrucción. Yo que viví esos días y puedo agregar, miseria, hambre, desvelos, racionamiento, impotencia, desabastecimiento, vergüenza y humillación. Pasaba toda la noche en una cola de cientos de personas a fuera de un supermercado, a ver si en la mañana alcanzaba a comprar la porción que tenía asignada por la JAP (Junta de abastecimientos y Precios). En ese tiempo comíamos pan con afrecho, como el hijo prodigo (Lucas 15: 16). Para darle leche a mi hijo, debía pagar un alto sobreprecio en el mercado negro. Como candidato, Allende prometió mejorar la alimentación, y dar medio litro de leche diario a cada niño, nunca recibí esa leche para mi hijo, y nunca vi, que alguien la recibiera, esas son las falsas promesas que denunciaron los pastores, entre muchas otras. Como vivía en Santiago por esos días, a un par de cuadras del edificio de La Moneda, un par de veces vi personalmente a Salvador Allende, era una persona desagradable, tenía un espíritu embustero, manipulaba a la gente que lo seguía y mostraba una displicencia total por el país. Al verlo, al oírlo, daba la impresión que le importaba un rábano la gente, el país, el futuro. Una noche viendo el programa de televisión “A esta hora se improvisa”, le preguntaron a don Julio Durán, un político radical de esa época, que pensaba sobre Allende y el dijo: Es un sibarita. Ese día no conocía el significado de la palabra, pero después lo aprendí: Una persona de gustos refinados, que come exquisiteces, buey de Kobe, caviar ruso, salmón ahumado, es una persona que le gusta rodearse de objetos elegantes, respirar olores fragantes, que no toma el té si no es un bello juego de porcelana. A propósito, tengo una tía, que todavía conserva la tarjeta de la JAP, con la cual se racionaba la comida al resto de los chilenos.
Con esta tarjeta, si hacíamos cola toda la noche, nos vendían nuestra ración para el mes.