En Chile no hay, ni puede haber grupos privilegiados

Boletín 3815-07. Un atentado contra la Constitución Política de la República

 

Gracias a las sangrientas batallas de Chacabuco del 12 de febrero de 1817 y de Maipú el 5 de abril del año 1818, el ejército libertador formado y liderado por O’Higgins, Chile logró conquistar su independencia nacional. Con estas gloriosas victorias militares finalmente se pudo terminar para siempre con las odiosas diferencias y desigualdades que discriminaban a los criollos de los realistas. Los criollos lo único que tenían era el orgullo de haber nacido en Chile, mientras que los otros disfrutaban de enormes privilegios por haber nacido en la madre patria. Ellos eran el grupo privilegiado y los chilenos, aunque constituían la mayoría de la población, la fuerza de trabajo, eran pobres seres de segunda categoría.

 

Para que no se repita jamás la cruel, sufrida y vergonzosa organización social colonial chilena, la Constitución Política grabó en piedra que en Chile no habrá grupos privilegiados. Este pilar fundamental de la República y cimiento de la democracia chilena, está bajo amenaza. Un grupo social pretende reemplazar a los realistas de antaño, pretende recibir un reconocimiento distinto y ser objeto de atenciones especiales. Quien no se ordene a los cánones de la nueva nobleza será objeto de acusaciones, querellas, procesamiento judicial y multas en dinero. Todo esto, después de ser descalificado mediaticamente, como ignorante, incivilizado, enajenado. Frente a esta nueva dignidad, la inmensa mayoría de los chilenos pasaremos a ser los nuevos miserables criollos.

 

Este proyecto de ley por instituir un grupo privilegiado en el país, atenta contra la Constitución Política, barriendo de paso con doscientos años de esfuerzos por hacer de Chile un país más justo e igualitario, un país de hermanos. Este proyecto de ley por lo que pretende, por las contiendas que ya ha generado; el orgullo, la prepotencia y la supremacía mediática del grupo privilegiado, y la humillación, arrinconamiento, aplastamiento y forzamiento a rogar disculpas públicas de un chileno bromista, debe ser retirado de la agenda y archivado para siempre. Los chilenos somos todos iguales y ninguna ley o autoridad alguna puede establecer diferencias arbitrarias entre ellos.

 

Chile no necesita esta ley.