Chile ¿Alerta temprana de terrorismo?
Una opinión evangélica sobre el conflicto mapuche
Concluida la espectacular celebración del Bicentenario que inflamó nuestro orgullo patriótico y dando por seguro que los treinta y tres mineros atrapados a setecientos metros de profundidad en la Mina San José de Copiapó serán rescatados sanos y salvos, la atención y preocupación de la opinión pública nacional gira hacia la huelga de hambre que mantienen treinta y dos comuneros mapuches presos en las cárceles del sur, más dos menores de edad que les acompañan, por las siguientes demandas; Fin a la aplicación de la ley antiterrorista, desmilitarización de las comunidades, la libertad de los presos políticos mapuche, restitución de tierras.
Al aproximarnos para entender y poder reflexionar acerca de esta dramática situación, en primer término lo hacemos consternados, es que al ayuno no se le puede llamar y usar para una huelga de hambre. El ayuno es un instrumento sagrado, instituido en las Sagradas Escrituras para conducir la relación del hombre con Dios. Los judíos practicaron el ayuno en su relación con Jehová Dios. Jesús comenzó su ministerio ayunando cuarenta días, el apóstol Pablo vivió una vida en constante oración y ayunos (2da. Corintios 6:5-7). El ayuno es un arma espiritual para usar en el servicio cristiano del evangelismo; Jesús enseñó a sus discípulos que algunos géneros de demonios solo obedecen a la autoridad espiritual respaldada con oración y ayunos (Marcos 9:29). Apropiarse de las armas espirituales para usarlas con fines ajenos a los establecidos por Dios en las Escrituras, puede ser peligroso (Hechos 19-16), por eso exhortamos a nuestros compatriotas, los comuneros mapuches a terminar rápidamente con esta acción y cambiar de estrategia para alcanzar sus objetivos, que son netamente materiales.
El otro sentimiento que nos provoca es de tristeza, porque nos golpearon las declaraciones que voceros de estas personas hicieron en días pasados, en el sentido que el Bicentenario de la República no significaba nada para ellos, y que no tenían nada que celebrar. Fue extraño escucharles esas expresiones, porque hay en nuestras congregaciones evangélicas, varios miembros de origen y apellidos mapuches y no existe ninguna diferencia entre nosotros, nos sabemos naturalmente todos hermanos y todos chilenos. Nadie ha cuestionado jamás la formación de los matrimonios que se han originado entre nosotros. Por las estadísticas sabemos que más del veinte por ciento de los mapuches son evangélicos y unos cuantos de ellos son pastores de iglesias en todas partes del país.
Yendo más allá nos inquieta el concepto con que se mezcla esta pugna. Ellos están acusados de conductas terroristas y presionan para que no se les aplique la Ley Antiterrorista. Es entendible que ellos sientan que se ha incurrido en una injusticia al privárseles de terrenos ancestralmente propios, y que sostengan que no han cometido actos de terrorismo al haber invadido y atacado campos, ya que se dañaron solo elementos materiales y no fueron afectadas vidas humanas propiamente tales. Senador Navarro explica que los mapuches no están pidiendo clemencia, que están pidiendo un justo y debido proceso que la Ley Antiterrorista no garantiza. Como todos sabemos, muchos apoyan las pretensiones de los comuneros mapuches, como asimismo también, muchos estiman que no se pueden aceptar. Desde nuestra perspectiva axiológica social cristiana declaramos que el proceso tal cual se lleva, debe continuar invariable, independiente que más adelante el Parlamento modifique la Ley. Estimamos que la mejor estrategia para los huelguistas es aceptar la sentencia y posteriormente solicitar una rebaja de condena o el indulto presidencial, que no debería negárseles, si cumplen con los requisitos. Las leyes se hacen para cumplirse.
Trascendiendo la controversia nacional, aprovechamos de hacer presente nuestra aspiración en cuanto a que el gobierno chileno pueda concebir una Política Antiterrorista que incluya además de la Ley, una comisión técnica permanente que investigue, asesore y sugiera acciones preventivas, y establezca al interior de las Fuerzas Armadas cuerpos especializados en el combate antiterrorista, entre otras medidas. El terrorismo es un peligro que aumentará en la misma proporción que los países de Europa sigan el ejemplo de Francia, y se manifestará en América latina en la medida que los gobiernos estrechen lazos con países que financian y apertrechan a las organizaciones terroristas, y sobretodo por líderes políticos desquiciados que expresan públicamente su odio pronunciando maldiciones contra otros Estados, como lo hizo el venezolano Chávez contra Israel. Chile debe prepararse, no solo para defender su territorio, también los valores y principios de nuestra nacionalidad, y especialmente para proteger a la gente que vive amenazada por el terrorismo. Pienso que el terrorismo iraní podría pretender, llegar a utilizar un corazón mapuche descontento, para activar una célula que pueda dañar, algo más que un extenso campo sembrado de trigo en el sur, y desatar en Santiago un infierno, parecido al que hicieron explotar el 18 de julio de 1994 en la Asociación Mutual Israelita Argentina de Buenos Aires y que mató a 85 personas y dejó heridas a más de trescientas.