Evangélicos declaran el 14 de diciembre, como
el Día de la Familia Normal y Tradicional Chilena
La nueva efeméride evangélica se proclamó con la presencia del obispo Hédito Espinoza

 

 

La Corte Suprema de Justicia de Chile juzga acertadamente cuando en un juicio por tuición, falla priorizando el bienestar superior de los niños, y determina que los niños logran el mayor bienestar, cuando viven en el seno de una familia normal y tradicional, es decir, con un padre hombre y una madre mujer, sostienen los evangélicos al establecer el 14 de diciembre como el Día de la Familia Normal y Tradicional Chilena, para defenderla, fortalecerla y exaltarla, después que fue pisoteada y basureada en el Acto de la Cancillería, por orden del Consejo Interamericano de Derechos Humanos.


La familia normal y tradicional chilena siempre ha sido una prioridad para la iglesia evangélica chilena y en este día cuando el Estado de Chile obligadamente la desprecia y denigra en una ceremonia oficial realizada en el Salón O’ Higgins de la Cancillería chilena, reconocemos el trabajo que han realizado por años los anglicanos y otras iglesias por medio de programas como “Encuentros matrimoniales”, “Mes de la familia”, “Clase jóvenes casados”, la “familia más numerosa”, etc., como también a los pastores que han hecho de la familia el centro de sus ocupaciones ministeriales, especialmente recordamos en este día, al pastor Leonardo Riquelme de Viña del Mar, hoy en la presencia del Señor.


El Estado de Chile ha sido obligado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos OEA, a reconocer públicamente que la Corte Suprema de Justicia Chilena actuó mal al conceder la tuición de las niñas a una familia normal y tradicional. Esta Corte Interamericana desenfadadamente dice que: “ante el presunto derecho de las niñas de vivir en una familia “normal y tradicional”, la Corte observó que en la Convención Americana no se encuentra determinado un concepto cerrado de familia, ni mucho menos se define y protege sólo un modelo “tradicional” de la misma. El concepto de vida familiar no está reducido únicamente al matrimonio y debe abarcar otros lazos familiares de hecho donde las partes tienen vida en común por fuera del matrimonio. En el presente caso, este Tribunal constató que el lenguaje utilizado por la Corte Suprema de Chile relacionado con la supuesta necesidad de las niñas de crecer en una “familia estructurada normalmente y apreciada en su medio social”, y no en una “familia excepcional”, reflejaba una percepción limitada y estereotipada del concepto de familia que no tiene base en la Convención al no existir un modelo específico de familia (la “familia tradicional”).


Al reflexionar en la redacción ennegrecida anterior, está claro que los escritores de la Convención Americana de Derechos Humanos hicieron lo mismo que los escritores de la Constitución Política Chilena, no vieron la necesidad de explicar el concepto familia, porque era entendido por todos que se trataba de un hombre, una mujer y los niños. Ahora, estos jueces sin tener en cuenta la jurisprudencia de siglos, se aprovechan de esto, para promover la “familia excepcional”. Bendito sea Dios, hay que valorar cuanta razón tienen los que hablan de ponerle fin a la Organización de Estados Americanos OEA. Cuando los evangélicos seamos mayoría y tengamos nuestros propios parlamentarios, vamos a sacar a nuestro país, de esta maliciosa Corte Interamericana de DDHH.


Al reflexionar en las aseveraciones hechas en el principal discurso del Acto, ella dijo: “Se vienen a mi mente las palabras pronunciadas por el expresidente de España José Luis Rodríguez Zapatero, cuando se aprobó el matrimonio igualitario, palabras que cobrar extraordinaria vigencia en el Chile de ahora, cito: Reconocemos hoy en España el derecho de las personas a contraer matrimonio con otras de su mismo sexo, (con esto), estamos ampliando las oportunidades de felicidad para nuestro vecinos, para nuestros compañeros de trabajo, para nuestro amigos y nuestros familiares, y, a la vez estamos construyendo un país más decente, porque una sociedad decente es aquella que no humilla a sus miembros”. Después de leer estas palabras, lo primero que rechazo es asociar la decencia con José Luis Rodríguez Zapatero, este expresidente socialista del gobierno español, no debería ser nombrado jamás, ni por equivocación, después de ocho años de gobierno dejó un país, que lo menos que tiene es decencia, un país endeudado hasta el alma, que no tiene para financiar ni siquiera las prestaciones de salud a los discapacitados, un país con cinco millones de cesantes, con la mitad de los jóvenes sin pega, un país lleno de familias viviendo en la calle, un país que cada día echa a la calle centenares de familias que no pueden pagar sus dividendos, algunos de los cuales optan por suicidarse antes que lleguen los carabineros a desalojarlos. José Luis Rodríguez Zapateros, nunca construyó un país más decente y todavía sigue humillando a los españoles, como nadie lo hizo nunca, al haberlos dejado hundidos en la pobreza, la miseria, la vergüenza, el dolor y la muerte.