Día Nacional de las Iglesias Evangélicas y Protestantes en La Moneda
Una opinión sobre el último discurso de la Presidenta y del Representante Protocolar Evangélico

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Este artículo debería haber sido publicado en la tarde del martes 31 de octubre pasado, porque los hechos que comenta, acontecieron en la mañana de ese día. El 31 de octubre de cada año se celebra el Día Nacional de las Iglesias Evangélicas y Protestantes y en el Palacio de La Moneda, el gobierno realiza una ceremonia de conmemoración de tal festividad. Tradicionalmente lo hace durante la tercera semana del mes, pero esta vez las tensiones existentes con dos de las organizaciones pastorales la retrasó, e incluso en los días previos, la puso en riesgo. Las tensiones se generaron durante el tedeum, el día domingo 10 de septiembre pasado, ya que a llegar la Presidenta a la Catedral Evangélica se escucharon improperios de grueso calibre en su contra,  como; asesina y lesbiana. En el interior del templo y transcurrida una parte de la liturgia, alguien grito: Bachelet, vergüenza nacional. Sin embargo, versiones de prensa, señalan que lo que molestó a la mandataria, fueron los aplausos a la persona de Sebastián Piñera y el discurso de Eduardo Durán hijo, dado que el primero aspira a sucederla y el segundo confronta su agenda valórica. Finalmente el gobierno organizó la ceremonia, pero no invitó al Concilio Nacional de Iglesias Evangélicas que Preside el obispo Eduardo Dirán, y tampoco al Consejo Nacional de Obispos y Pastores Evangélicos que preside el obispo Jorge Méndez.


En la Ceremonia, que está vez coincidió con la celebración de los 500 años de la Reforma Protestante, habló la Presidenta Bachelet y el obispo Emiliano Soto presidente de la Mesa Ampliada, única organización pastoral invitada a La Moneda. El discurso de ella fue ecuánime, y destacables las siguientes frases: “Si hoy, como cada año, celebramos este día es porque el valor de las Iglesias Evangélicas y Protestantes va más allá de ser la manifestación de la fe de una amplia parte de nuestras familias. Sin duda que es una manifestación de la fe de muchas familias.” Con esta frase, ella reconoce el alto porcentaje de evangélicos. Cuando alude a la Reforma Protestante, ella señala que; “Significa recordar y celebrar un hito social y político, que influyó en el desarrollo de las naciones y que a través de generaciones ha sido la inspiración de millones de personas.”  Con esta frase, la Presidenta reconoce que el evangelicalismo, tiene una proyección política. Pero el discurso incluyó una frase desafortunada, impropia de una Presidenta, y reñida con su personal conducta ciudadana, ella dijo: “El espacio público es por definición el espacio común que nos hemos dado como ciudadanía, y en él las expresiones de intolerancia no tienen cabida, porque todas las personas somos parte de él”.  Con esta frase la Presidenta trata de intolerantes a los evangélicos que rechazan su agenda valórica, no considerando que ella misma fue intolerante con el gobierno militar.

 

El discurso del obispo Emiliano Soto presidente de la Mesa Ampliada, única organización pastoral invitada por el gobierno al palacio de La Moneda, que adrede dejó fuera al Concilio Nacional de Iglesias Evangélicas que preside el obispo Eduardo Durán y al Consejo Nacional de Obispos y pastores evangélicos que preside el obispo Jorge Méndez, no fue ecuánime, ponderado y objetivo. Permítanme primero comentar esta discriminación, el gobierno invita al palacio de La Moneda solo a una organización excluyendo a las otras dos, y la Presidenta inicia su discurso diciendo: “Sean bienvenidos y bienvenidas al Palacio de La Moneda, que es reflejo institucional de nuestra República y de los valores que sustentan a nuestro pueblo, como la democracia, la inclusión y el respeto”. ¿A que se referirá la Presidenta cuando dice que el palacio de La Moneda es una institución democrática, inclusiva y respetuosa? En su discurso el obispo Emiliano Soto señaló: “Si revisamos la historia de Chile y revisamos la relación Iglesia-Estado no ha existido en la historia de Chile una Presidenta que ha colaborado en el desarrollo de las iglesias evangélicas, nunca nadie como la doctora Michelle Bachelet, sinceramente queremos agradecer de todo corazón la gestión realizada durante todos estos tiempos, queremos dejar la marca de la mejor Presidenta en la historia de Chile.”

 

La ex temporalidad del artículo se debe a que en esos días estaba fuera de país, viajé a Israel con el propósito de llegar hasta la Muralla del Templo y con la misión de orar a Dios, para pedirle que libre a mi país de la ideología anticristiana que este gobierno nos está imponiendo, y rogarle que nos bendiga con un Presidente que corrija los errores y enmiende el rumbo del país. Ese día martes 31 de octubre en la tarde, leí en mi celular las noticias sobre Chile, donde me llamaron la atención dos informaciones, la primera se titulaba:  “Bachelet a evangélicos: “Las expresiones de intolerancia no tienen cabida en el espacio público.” Al leerla no pude evitar recordar cuando la candidata norteamericana Hillary Clinton trató a los evangélicos que apoyaban a Donald Trump, como “deplorables”. Hillary Clinton con su derrota, desalojó al Partido Demócrata de la Casa Blanca, del Congreso y de las gobernaciones estatales. La segunda información se titulaba: “Pastor Emiliano Soto elogió a Bachelet como la mejor Presidenta en la historia de Chile.” Al leerla no pude evitar sonreír y recordar,  porque tantos obispos, pastores y líderes evangélicos del país dicen que el obispo Emiliano Soto nunca fue un fiel representante del sentir y de la opinión del pueblo evangélico chileno.