La honra del candidato evangélico
Etica que distingue la diferencia con el típico candidato tradicional
Cartel de Jimmy Morales cuando era candidato evangélico a la Presidencia de Guatemala
La iglesia evangélica chilena está dando un salto de nivel olímpico, después de más de cien años de jugar en la cancha chica, solo al interior de la iglesia local, los candidatos evangélicos están desfilando por la pista de las redes sociales, llevando la bandera cristiana en alto. Para todos ellos el podio está vació y un trofeo de oro podría colgar de su cuello. Pero, un deportista puede ser desclasificado por doping y otro expulsado para falta de caballerosidad, porque “todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio, corred de tal manera que lo obtengáis”. Ciertamente, a partir de las enseñanzas bíblicas, se puede construir una ética que distinga al candidato evangélico de los típicos candidatos tradicionales.
Para presentarse ante la comunidad evangélica y la opinión pública nacional como candidato evangélico, hay que serlo, es decir, el candidato evangélico es aquel que está asociado a una iglesia local, está bajo una autoridad pastoral, obispal o apostólica y cuenta con el apoyo de la congregación. Si un candidato etiquetado evangélico no puede responder las preguntas; ¿A que iglesia perteneces, y quién es tu pastor?, entonces no puede ser incluido en la lista de los candidatos evangélicos. El evangélico es ahora y siempre, parte de una iglesia local, ya sea como hermano o como el pastor. Hechos 2: 47; 1ª de Corintios 12: 18; Hebreos 13: 17
El candidato evangélico debe escribir en su Facebook que respeta la vida desde la concepción hasta la muerte natural y que cree y confiesa que el matrimonio es una institución divina establecida para un hombre y una mujer, es decir, se opone a la legalización del aborto en todas las causales y rechaza extender el matrimonio para las personas del mismo sexo. Esto implica, actuar para impedir, la imposición de la ideología homosexual en la sociedad. Hará bien, el candidato evangélico poner por escrito su entusiasta adhesión al diseño divino para el hombre, el matrimonio, la familia y la crianza de los hijos, y firmar el documento ante un Notario Público. Habacuc 2: 2 dice: “Escribe la visión, grábala en tablas, para que pueda leerse de corrido”.
El candidato evangélico debe destacarse en el respeto por la institucionalidad electoral, (1ª de Pedro 2: 13), que solo permite la propaganda política en la prensa, la radio y en la vía pública hasta el 22 de septiembre, sabiendo que solo a partir del 23 de septiembre puede exhibir carteles en los lugares privados, previa autorización escrita del dueño de casa, y en los lugares públicos, solo autorizados por el Servicio Electoral. Se entiende, que una denuncia ciudadana por incumplimiento de esta normativa, afectará a la iglesia local que lo respalda, y probablemente a la Corporación a la que pertenezca. El candidato evangélico debe saber que la propaganda política más efectiva, es la que se hace por las redes sociales y puerta a puerta, y que en las redes sociales, el 80% de la información fluye por Facebook.
En su campaña, el candidato evangélico no debe olvidar “la mentalidad de reino”, es decir, distinguir que sus adversarios están en la vereda del frente, y no en los compañeros de lista, ni en los candidatos de las listas de los Partidos Políticos que forman parte de la coalición. Y como en todos los casos, ya está definido el candidato a la alcaldía, debe apoyarlo de corazón, así sea de su Partido o de otro de la Coalición. No tiene que presentarse como el ganador o perdedor, tiene que prometer que luchará para ganar el cupo, y manifestar siempre que si es la voluntad de Dios, que si Dios hace misericordia, ganará la concejalía o la alcaldía, “Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello” Santiago 4: 15
El candidato evangélico debe tener clara la misión, saber exactamente a que va al municipio, saber que la comuna es como un pequeño país, y sentir que no hay mayor privilegio en este mundo, que servir una concejalía o una alcaldía, porque desde allí se pueden hacer grandes cosas para Dios y la gente. Si el candidato evangélico, hace lo malo ante los ojos de Jehová y actúa como los impíos (corruptos), el pueblo lo detectará rápidamente, y Dios le vomitará de su boca. El candidato evangélico debe tener presente que Dios ve en lo oculto y nada secreto hay para El, por lo tanto, pagará el precio justo por todos los servicios que contrate, pedirá la correspondiente factura, llevara un sano Registro Contable y presentará un irreprochable balance final, “porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe y fueron atormentados con muchos dolores. (1ª de Timoteo 6: 10)
Los típicos candidatos tradicionales se declaran católicos y son agnósticos y ateos, visitan las iglesias, abrazan al pastor y sonríen a los hermanos, prometen tener en cuenta los valores cristianos, pero en sus corazones los desprecian, ya que le prometen a los otros, suscribir las famosas e ilegales Ordenanzas Antidiscriminación, les prometen izar la banderita para el 17M, y no se ve que sientan remordimiento alguno. Los típicos candidatos tradicionales solo aparentan humildad, en sus diálogos con los ciudadanos hablan de construir consultorios, pavimentar calles, regalar terrenos, como si dependiera de ellos, en sus alocuciones ante la gente, hablan del mañana como su tuvieran comprado el futuro, son verdaderos contadores del cuento del tío, solo vendedores de pomadas mágicas. Dios no está en ninguno de sus pensamientos. Salmos 14: 1; Salmos 10: 4