Los 38.000 kilómetros cuadrados bajo soberanía chilena,
que Perú reclama propios
Una opinión evangélica sobre el fallo de la Corte de La Haya

 

 

Terminada la primera Guerra del Pacífico (1879 al 1883), empezaron a suscribirse diversos documentos que reconocían los nuevos límites y regulaban las diversas actividades propias de nuestra República de Chile y de la República del Perú. En 1929 , con la suscripción del Tratado de Lima, se fijaron las fronteras terrestres entre los dos países, estableciéndose la reincoporación al Perú del territorio de Tacna y la cesión definitiva de Arica al territorio de Chile. Perú acusa ahora, que este Tratado de Lima, solo definió los límites terrestres, pero no estableció límites marítimos. Después en los años de 1950, a partir de la suscripción de la Declaración de Santiago de 1952, nuestro país ha ejercido soberanía ininterrumpida sobre estos 38.000 kilómetros cuadrados, indudablemente amparado en el derecho internacional. Es por ello que nuestra Armada chilena, en los casos que naves pesqueras peruanas han cruzado la línea límite, procede a detenerlos, trasladándolos hasta el puerto de Arica, lugar donde se procede a confiscarles los productos marinos obtenidos, se les impone una multa y se dispone la deportación al Perú. Esto ha sucedido así por más sesenta años, a vista de todas las naciones del mundo, incluida la peruana.

Sin embargo, el 16 de enero del 2008, la República del Perú recurre a la Corte Internacional de Justicia con sede en La Haya, Holanda, para reclamar contra Chile. Acusan que en los documentos suscritos entre ambos países, se establecieron los límites terrestres, pero nunca los límites marítimos, por lo tanto, la soberanía chilena sobre estos 38.000 km2 ha sido ilegal. Afirman que está pendiente establecer el límite marítimo y que este debe trazarse en una línea equidistante a la línea actual, por lo que los 38.000 kilómetros cuadrados de mar que contienen, son de propiedad peruana y no chilena. Para el lunes 27 de Enero se espera la lectura del fallo. Líderes peruanos han llamado en embanderar el país.

Desde la perspectiva evangélica, tengo que criticar la política exterior peruana en esta materia. El apóstol Pablo en Atenas dijo a los filósofos, políticos, periodistas, historiadores y sacerdotes: “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas. Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación;  Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó.” (Hechos 17: 21 al 33). Ha sido designado un territorio a cada pueblo de la tierra. Al pueblo israelita le ha sido dado todo el territorio señalado en Génesis 15: 18 al 21, y así al pueblo chileno, como también al pueblo peruano le ha sido designado el territorio correspondiente. Es deber de cada pueblo cuidar y defender el territorio que le es propio, por lo tanto Chile ha cumplido fielmente con su deberes.

A Chile le pertenecen estos 38.000 kilómetros cuadrados de mar, no solo porque haya ganado la guerra del Pacífico, no porque tenga un poderío militar superior al peruano, no porque sea la potencia económica del Conosur. Le pertenece por Derecho. De acuerdo con el principio del derecho internacional contemporáneo según el cual la tierra domina al mar”, se considera que al momento mismo de asignar la propiedad de tierras, el espacio marítimo frente a sus costas pasa a ser inmediatamente suyo, es decir, si Arica fue entregada a la República de Chile, el mar frente a las costas de Arica pasa a ser inmediatamente chileno hasta las 200 millas marinas, que es otro principio del derecho internacional. Este derecho es consustancial a la propiedad de las tierras y no necesita escribirse en ningún Tratado. Si tuviera que escribirse todas las implicancias de lo que pactan los países, en el mundo entero no cabrían los libros.

Según dicen, nadie sabe el contenido del fallo. No debería ser salomónico. En el fallo debería estar exactamente proyectado el derecho internacional, por lo tanto a nuestro país se le tiene que reconocer la propiedad sobre los 38.000 kilómetros cuadrados de mar, por la única y sencilla razón, que están ubicados al frente a la ciudad de Arica, y Arica es territorio chileno. Un fallo en otra dirección, no debería ser reconocido por nuestro país, a menos que nuestro país pretenda quebrar el principio que la tierra domina al mar”. No obstante, lo que nuestras autoridades políticas decidan, apoyaremos resueltamente.

Una vez conocido el fallo, nuestro país no puede considerarlo como fundamento para la paz subregional, que implique un relajamiento de sus políticas de defensa. Nuestros vecinos tienen líderes ultranacionalistas, naturalmente belicosos y políticamente inestables, que no olvidan los resultados de la contienda, que tienen pendiente humillarnos. Chile debe saber que la única estrategia eficaz para mantener la paz, es tener Fuerzas Armadas potentes. En lo mediato, estas nos servirán para enfrentar las pretensiones bolivianas, quienes no solamente ansían la propiedad de aguas marinas chilenas, también apetecen una porción de nuestra tierra.