¿Quién es la que viene allí, tan bonita y tan gentil?
La agenda que ella promueve y representa, es contraria al texto bíblico
Andrés Casanueva, Consejo de Pastores de La Araucania
“Tan dama ella, y tan c e r c a n a; una madre”, fueron las palabras que se referían a la ex presidenta y actual candidata presidencial Michelle Bachelet. Pero, ¿qué hay detrás de esa cercanía y esa sonrisa tan maternal? Bueno, ella dirigió por algunos años la ONU mujer, organización creada dentro de las Naciones Unidas, a partir de otras cuatro organizaciones que se funden para promover los derechos de la mujer (entre los que se incluye el aborto en todas sus formas como decisión sobre el propio cuerpo), la igualdad de género, libertad para ejercer su sexualidad, etc.
Basados en su carrera y compromisos, tenemos ante nosotros a una candidata que sin duda, si llega a la presidencia, promoverá tanto el aborto como el matrimonio entre parejas del mismo sexo (lo que incluirá la adopción de menores de edad por parte de esas parejas), el cambio en la definición del concepto de familia, y como ella misma lo ha expresado, una nueva Constitución, que por cierto debería recoger todas estas propuestas y muchas más que aun ni imaginamos. Ahora bien, todos sabemos quién es y qué promueve. La pregunta para un cristiano no es si podemos votar por una persona que dará espacios y recursos del Estado (que al fin de cuentas vienen de su bolsillo, estimado lector) a promover y no solo aceptar, estas cuestiones tan controversiales. La pregunta más bien es, ¿cómo es posible – si es que estamos alineados con los principios éticos, morales, de responsabilidad y no sólo de derechos, que la Biblia nos platea – votar por alguien así?
Con responsabilidad digo que, aunque pueda ser muy cercana, la agenda que ella promueve y representa, es contraria al texto bíblico. La Biblia para un cristiano verdadero es la esencial, anterior y superior Constitución por la cual deberíamos regir toda nuestra vida, conducta y ciertamente bajo la cual deberíamos cumplir nuestros deberes ciudadanos. Esto, en el caso de que seamos verdaderos cristianos.
Debo recordar que votar, para un cristiano es un deber; no lo puede delegar y luego culpar a otros cuando vea una sociedad que se está descomponiendo, aunque por fuera pareciera ir progresando. Jesús nos recuerda que nosotros debemos ser la sal de la tierra, aquella que evita que siga la descomposición del cuerpo social. Si usted no lo hace, no sirve más para nada, sino solo para ser echado(a) al suelo y pisoteado(a) por los hombres. Pero, al fin de cuentas, estimado(a) lector(a), usted debe decidir. Y más temprano que tarde, dar cuentas a Dios.
Artículo publicado en el periódico evangélico online Prensa Evangélica leer aquí