Sócrates y la partícula de Dios
Escrito por Néstor Benrey Publicado el Sábado, 07 Julio 2012 11:55.
Debo confesar que luego de haberme enterado sobre el extraordinario logro que ha significado para la ciencia moderna el hallazgo de la «partícula de Dios», tuve que releer unas cinco veces la noticia para tratar de entenderla y anotar ciertas ideas para no confundirme.
Así pude comprobar que se trata del descubrimiento físico más importante de las últimas décadas, que ha sido el centro neurálgico de casi todas las especulaciones sobre el Big Bang, que es una partícula y un campo ondulatorio que permea todo el espacio, que ayuda a explicar la existencia de la masa de las partículas elementales, que fue la primera cosa que existió una fracción de segundo después del origen de nuestro universo, y que explica no sólo las propiedades de este mundo sino también su mera existencia.
Las noticias sobre las partículas de Higgs también apuntan al hecho de que es un punto de partida de la investigación del universo más allá de la física conocida, habiendo señalado un famoso científico que ahora el reto es estudiar «los desconocidos no conocidos” (???); es decir nuevas partículas y fenómenos que pueden ir surgiendo luego de este fantástico descubrimiento científico.
Pero no sólo eso. Resulta que tras el hallazgo de la partícula Higgs, el Modelo Estándar (???) puede considerarse completo, pero que sólo se refiere a la materia visible del universo, toda vez que ahora se conoce que la materia ordinaria de la que nosotros estamos hechos sólo está incorporada en un 4% de la masa del universo y que el restante 96% está formada por materia oscura (23%) y energía oscura (73%).
Me tomé, por lo tanto, el trabajo de leer algo sobre estos temas y de esa forma pude enterarme de que el término materia oscura se refiere a materia cuya existencia no puede ser detectada en procesos asociados a la luz y que la evidencia más fuerte de su existencia se encuentra en las curvas de rotación de las galaxias espirales (???), habiendo aprendido también que se llama oscura porque no podemos ni verla ni detectarla con ninguno de nuestros instrumentos y que simplemente sabemos que está ahí por los efectos gravitatorios que ejerce sobre la materia ordinaria.
Respecto a la energía oscura, es algo así como un campo de energía que obliga a las galaxias a separarse siendo el componente dominante del universo, debiendo agregar que para establecer realmente una teoría de la energía oscura se necesita un concepto de física radicalmente nuevo, por lo que virtualmente todos los científicos coinciden al señalar que la energía oscura, de la cual sabemos nada o casi nada, es el mayor misterio de la ciencia actual.
Bueno, después de todo este acercamiento a la «partícula de Dios», me convenzo más que nunca de la inmortalidad de aquella frase del genial Sócrates cuando dijo «Sólo sé que nada sé».
Admito, por lo tanto, que soy un gran ignorante en la medida en que ignoro más cosas de las que conozco, lo que me lleva a una reflexión práctica y saludable: desconfiar radical y absolutamente de aquellos políticos, rabinos y dirigentes religiosos en Israel que se jactan de saberlo todo o casi todo, especialmente sobre «las diferentes partículas de Dios en esta región».
Esos son los más peligrosos.