Por su oposición al matrimonio homosexual, iglesia evangélica
fue fustigada, vejada y execrada por el presidente del Senado,
en el marco del Bicentenario del Congreso

Iglesia había sido invitada a recibir legítimo reconocimiento.
Pastores rechazaron maledicencias del Senador y reprobaron el discurso progresista.

 

 

Desde hace tres años, el Senado de la República y la Cámara de Diputados, invitan a los obispos y pastores evangélicos del país, a una solemne ceremonia en el Salón de Honor del Congreso Nacional, con el objetivo de expresar el reconocimiento de la Nación a la labor espiritual y social que realiza la iglesia evangélica en beneficio de todos los chilenos, especialmente de los más vulnerables. Este reconocimiento legal se fundamenta en las leyes que establecen el Día Nacional de las Iglesias Evangélicas y Protestantes el 31 de octubre de cada año. Esta es una Ceremonia republicana, oficial, que forma parte del protocolo anual del legislativo, segundo poder del Estado de Chile, y a la cual los siervos del Señor asisten con muy buena voluntad y disposición.

 

El gratísimo ambiente reinante, especialmente después del macizo e inspirador discurso del Presidente de la Cámara, el honorable diputado Patricio Melero, fue abruptamente roto, cuando el presidente del Senado, don Guido Girardi, empezó a fustigar, vejar y execrar a los obispos y pastores por su oposición al aborto, a la discriminación de las minorías homosexuales, a las uniones civiles homosexuales y al matrimonio homosexual. A continuación hizo una apología de estos proyectos de ley, señalando que traerían progreso y desarrollo a la sociedad chilena. Primero fue una pastora la que alzó la voz para expresar su malestar, atrás un pastor gritó Chile Será Para Cristo, mientras otros gritaban no, noooo, nooooo. Fue en ese momento de extrema tensión, cuando un grupo de pastores hizo abandono del Salón del Honor.

 

El presidente del Senado don Guido Girardi, es un desubicado, es un irreverente, es un irreflexivo, es un progresista apasionado. Digo desubicado, porqué el Senador olvidó que es el Presidente del Senado, olvidó que estaba en el Salón de Honor del Congreso Nacional, olvidó que la Cámara Alta invitó a los obispos y pastores para rendirles un homenaje. Digo irreverente, porque olvidó que estaba hablando a Ministros del Culto, a gente de iglesia, a siervos de Jesucristo. Digo irreflexivo, porque las palabras de un discurso oficial, deben estar relacionadas con el objetivo de la convocatoria, rendir tributo a la iglesia evangélica, no execrarla. Digo progresista apasionado, en el sentido de que no fue capaz de atender a la razón y se dejó llevar por la pasión, y, ¿por qué usar una ceremonia oficial evangélica, para agredir a los curas católicos, que gracias a sus sotanas entran libremente a todas las dependencias públicas, a diferencia de los pastores que tienen que hacer la fila?

 

Los obispos y pastores evangélicos que asistimos al Salón de Honor del Congreso Nacional para recibir un reconocimiento de la Autoridad Política, aprendimos dos grandes lecciones: La primera, nunca más elegir políticos ateos para asumir los cargos publicos, y dos, debemos rechazar e impedir las manifestaciones violentas en el país; encapuchados destruyeron el automóvil nuevo del Obispo Jorge Méndez y del Capellán de La Moneda, pastor Alfred Cooper y saquearon un templo de la Iglesia Metodista, usaron las bancas y el púlpito para encender las fogatas de sus barricadas, pedían una “educación de calidad”.